Los drones y misiles lanzados este sábado noche por Irán hacia objetivos israelíes fueron los más fotografiados de los últimos años. Surcaron los cielos de Irak, Jordania, Gaza, Cisjordania e Israel. El presidente Biden interrumpió su retiro de fin de semana, regresó a la Casa Blanca y tanto él como otros dirigentes occidentales se apresuraron a condenar el ataque iraní.

La mayoría de los artefactos fueron neutralizados por Israel, con la ayuda de EEUU, Reino Unido, Francia y Jordania. No hubo víctimas mortales, aunque varios misiles provocaron daños en la base área clave de Nevatim, en el sur de Israel.

En los últimos meses Israel ha bombardeado territorio sirio, libanés, palestino y la embajada de Irán en Damasco, con apoyo militar o diplomático de buena parte del Norte Global. Estas agresiones han provocado víctimas mortales. Además, Estados Unidos y Reino Unido han atacado Yemen en varias ocasiones. Los grandes titulares, las alertas, y las enérgicas condenas al ataque iraní de la mayor parte de los dirigentes occidentales contrastan con su silencio, indiferencia o apoyo ante las agresiones militares israelíes.

Cuando  el pasado 1 de abril, matando a trece personas -entre ellas un general y otros seis integrantes de la Guardia Republicana- Estados Unidos, Francia y Reino Unido operaron para evitar una condena en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, a través de su poder de veto. Además, la mayoría de los gobiernos de Occidente eludieron las críticas a la acción israelí. Por el contrario, ante la respuesta militar iraní, las palabras de desaprobacion han sido inmediatas y EEUU ha pedido una condena en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Este apoyo sistemático a Israel en su violación del derecho internacional está diluyendo las líneas rojas del mismo y permitiendo el crecimiento de la impunidad. Cinco días después del ataque israelí contra el consulado iraní, Ecuador violó la soberanía de México al irrumpir en su embajada en Quito, para arrestar al exvicepresidente Jorge Glas. 

Que busca Israel

Tras más de seis meses de castigo colectivo, Israel no ha logrado liberar a los rehenes a través de sus bombardeos indiscriminados contra Gaza, ni acabar con Hamás, ni mantener a flote su relato ante la opinión pública mundial. El propio presidente estadounidense, Joe Biden, se está viendo afectado por ello: las encuestas en EEUU muestran desacuerdo y decepción entre una parte importante de los votantes del Partido Demócrata ante las políticas de apoyo a Israel.

A pesar del cierre de filas de buena parte de los gobiernos occidentales, en las sociedades crece la crítica al apoyo militar a Tel Aviv y proliferan las denuncias civiles y judiciales contra el envío de armas al Ejército israelí.

Con su ataque a la embajada de Irán en Damasco del pasado 1 de abril, el Gobierno de Netanyahu buscó una respuesta militar iraní, para garantizarse el apoyo de sus aliados y desviar la atención de la masacre en Gaza. El aumento de la tensión en Oriente Medio podría servir de excusa para el envío de nuevos paquetes de armas a Israel, y permitiría al Ejército israelí operar con más impunidad aún en Palestina.

De hecho, en las últimas horas ya han surgido voces en Estados Unidos que advierten de la necesidad de no interrumpir el apoyo militar a Israel, tras la respuesta militar iraní contra su territorio.

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