A unas horas del fin del último periodo ordinario de sesiones en la Cámara de Diputados, a la Secretaría de Marina le crecieron dientes afilados para ir tras el crimen organizado en aguas internacionales y nacionales, que es donde se mueve entre el 60 y 70 por ciento de todas las drogas que cruzan al país.
Se trata de cinco reformas a distintas leyes con las que las autoridades marítimas pretenden atacar las principales trampas que los narcotraficantes suelen usar para evitar una detención en el mar.
Entre las estratagemas de los criminales están, por ejemplo, aventar al agua los paquetes con drogas, sacarlos de las embarcaciones para no ser atrapados con ellos; tirarse al oleaje para que en los reportes policiales se asiente que fueron hallados flotando y se hagan pasar por náufragos; deshacerse de los motores de las lanchas antes de la llegada de las autoridades para fingir ser pescadores empobrecidos, o navegar con embarcaciones sin alguna bandera nacional –las llamadas “lanchas apátridas”– para no ser juzgados por leyes nacionales.
Hasta hoy, el Código Penal Federal sólo considera la jurisdicción del Estado mexicano sobre embarcaciones en aguas territoriales y zonas económicas exclusivas, a pesar de que miles de lanchas y submarinos del crimen organizado se mueven en la frontera con aguas internacionales, por lo que si en dicha zona son detenidos con drogas y armas, deben ser puestos en libertad inmediatamente, de acuerdo con el mando marítimo.
Si el Senado aprueba lo votado a favor en San Lázaro, los marinos ya podrán presentar como evidencia legalmente obtenida ante cualquier ministerio público del país los videos en los que se observe a los presuntos narcotraficantes aventar los paquetes con droga al mar –que suelen tener GPS para recuperarlos después–, incendiar voluntariamente sus lanchas, arrojarse al mar como náufragos o que, incluso, lleguen a proteger los motores con sus propios cuerpos para evitar que sean desacelerados y marinos en helicópteros les alcancen.
También estarán facultados, por primera vez en la historia, para hacer disparos de advertencia dirigidos al agua y de inhabilitación contra los motores, siempre y cuando exista una línea de fuego despejada.
Nota de Milenio